“Lo que has oído de mí ante muchos testigos,
esto encarga a hombres fieles,
que sean idóneos para enseñar también a otros”
2º Timoteo Cap. 2:2:
Esta porción de la Palabra es maravillosa. Nos insta a anunciar el mensaje de Dios en todo momento, no importa el rechazo, no importa si las personas se duermen o si cuando se les habla de la Palabra de Dios, se van. Nos invita a mostrarles a las personas sus errores, a corregir y animar a que instruyamos con paciencia. Esta porción de la Palabra que se hace tan real y oportuna, nos dice como la gente ya no quiere oír más lo que les conviene, desean escuchar únicamente lo que les agrada.
Para muchos, hoy en día, es más fácil la meditación trascendental. El “yoga”, el “sacar la ira”, como dicen otros métodos y hasta hay tratamientos contra la ira. Otros prefieren lo oculto, buscar, escuchar a alguien que le diga: “Bueno, usted puede seguir cometiendo adulterio, no importa, simplemente sepárese de su esposa y búsquese otra.» Algunos quieren que se les diga: “No importa si usted está cometiendo actos de corrupción, si otros lo hacen”. Usted quiere el dinero para su familia, usted no está robando.
Hoy en día, todos están buscando falsos maestros, personas que les ayuden a continuar la vida que tienen, no quieren nada de buena doctrina, por eso esta Palabra es hermosa, nos insta a predicar, a hablar la Palabra de Dios, siempre, ahora que el mundo quiere oír toda clase de cuentos, nosotros debemos hablar, exhortar y predicar la verdad.
¿Cómo? Hay muchos versículos que nos ayudan a comprender esta Palabra, y en esta oportunidad recurro al Salmo 55:22, donde leemos “Echa sobre Jehová tu carga y Él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”. Y les manifiesto, con todo mi corazón, saquémonos un peso de encima. Existen en todas partes, personas que tienen cargas pesadas que llevar en sus vidas. Son innumerables los ejemplos, criar niños diferentes, cuidar enfermos terminales, ocuparse de resolver graves problemas de familia, falta de trabajo, alcoholismo, vicios, personas mayores desamparadas, postradas, niños y adultos que viven en la calle; violencia por todas partes y en gran escala, depresiones, injusticias, suicidios… y muchos más ¿Quién puede soportar estas cosas?
La lectura comienza con una palabra que equivale a “terminar con el problema”. Pero no dice “echar” en el sentido de “expulsar” la situación: Dice: “Echa sobre el Señor la carga” El acto de poner en otro una carga o problema, necesita una toma de decisión personal. Consiste en hacer esto, conocer el autor de todas las soluciones imposibles, al Hijo de Dios que dio su vida en la cruz del Calvario, y resucitó con poder para quitar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Creerlo, arrepentirnos y confesarle a Él, nuestros pecados. Y luego, “esperar en Él, y Él hará”. Entonces, entréguenle a Él su problema y oren por eso que tanto los aflige y les preocupa. Y los sorprenderá los caminos que el Señor abrirá.
¿No termina la lectura con la expresión, “y Él te sustentará”? Esta palabra significa que lo mantendrá, lo sostendrá, le dará fuerzas, tanto física como espiritual. Le dará vigor, sostén y apoyo, lo bendecirá, resolviendo el problema.
Tengan fe, el tiempo de Dios no es el nuestro. Él resuelve su problema imposible, mientras lo transforma a usted. Por eso debemos seguir adelante con fe, ¿qué lectura encontramos en Hebreos Cap. 11:1, acerca de la fe? “Es pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
Dios obró en la vida de muchas personas con diferente posición social, cargo, carácter, quienes conquistaron reinos, gobernaron con justicia y recibieron lo que Dios les había prometido. Cerraron bocas de leones, apagaron llamas de fuego y escaparon de morir a filo de espada. Su debilidad se convirtió en fortaleza. Llegaron a ser poderosos en batalla e hicieron huir a ejércitos enteros. Sin embargo, versículos después, vemos que otros fueron torturados, ridiculizados, oprimidos, sus espaldas fueron laceradas con látigos, encadenados en prisiones, algunos apedreados, otros fueron aserrados y no faltaron los que murieron a espada.
Llama la atención esta diferencia entre los que fueron aplaudidos por su fe y los que tuvieron que soportar persecución por defenderla, entonces nos preguntamos ¿Qué grupo tuvo más fe? ¿Los que conquistaron reímos? O los que fueron apedreados? S. Pablo dice de ambos “este mundo no era digno de ellos porque ellos pusieron su esperanza en una vida mejor que viene después de la resurrección” y no en las circunstancias temporales que tuvieron que vivir.
Se ha puesto a pensar, ¿cómo está su fe? ¿Podría conquistar el sueño que Dios ha puesto en usted? ¿Soportaría ser torturado y aún no negar a Dios? Estos personajes sabían en quién habían creído, tenían firmeza, seguridad y convencimiento de su fidelidad, es por eso que obraron de esa manera. Puede pasar que las circunstancias de la vida lo hayan debilitado y llega un momento o punto donde la paciencia se agota; si es así vuelva su mirada al Creador de todo, al que tiene el control de su vida, a Aquel que le ha prometido que estaría con usted, hasta el fin. Declare ésto, creyendo con todo su corazón: “Aunque afligido y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi libertador eres Tú, Dios mío, no te tardes, y tendrá nuevas fuerzas para seguir.»
Yo, Norma Quinci deseo siempre que tu Palabra, Señor, a través de mis reflexiones, acerca de ella, sean de plena edificación para todos los lectores y para todos aquellos a quienes lo hago en forma verbal, como lo hago donde puedo y se presenta la oportunidad. Éste es el sueño que tuve siempre desde pequeña.
En mi hogar, a través de mi padre, quien se levantaba de madrugada a leer la Biblia y, como yo me levantaba a las 6 de la mañana para prepararme para dar clases en los colegios donde trabajaba; escuchábamos por radio su Palabra en una audición cristiana, a la vez que finalizada ésta que duraba unos pocos minutos, desarrollaba y me explicaba algunos de sus versículos; éste era un alimento espiritual que me fortalecía para la jornada diaria. Es verdad que Tú tienes un propósito con cada uno de nosotros Señor, por eso no me alcanzan las palabras para agradecerte este sueño. El mundo no espiritual, no llega a comprender lo que es haber tenido un “encuentro” contigo Señor.
Te agradezco Señor y te pido me sigas dando fuerza y sabiduría que viene de lo Alto, para continuar esta tarea, a pesar de todas las obligaciones personales que tengo. Te pido también, bendigas ricamente a Rodolfo “El Mosquito”, porque gracias a él, hace 20 años, tengo la oportunidad de escribir esta columna cristiana en su periódico.
Te adoro Jesús
Sonríe que Jesús te ama
Norma Quinci